“Me dicen artista, me gusta más inventor”

Guillermo Galetti tiene 41 años, 17 de ellos viviendo en Villa la Angostura, Neuquén. Nació en Campana, provincia de Buenos Aires. Es técnico en Industrias de Alimentos y Profesor de Educación Física. Se desempeña como profesor de la cátedra de tecnología de los aceros laminados (hojalatería) en la EPET N° 28 de Villa La Angostura. Nombre artístico: "ladrón de chatarra". Herrero de oficio y docente por vocación. 


¿Cómo surgió la idea de utilizar materiales reciclados y técnicas de herrería para crear tus obras didácticas y artísticas?

La idea de reutilizar materiales para realizar las obras es más bien un hábito adquirido durante mi infancia, en esa época improvisaba mis juguetes con elementos descartados, tanto de origen doméstico como industrial, contemporáneos y antiguos (desde cartón hasta maquinaria agrícola de antaño). La presentación, costo y distribución de la materia prima era (y creo que lo sigue siendo) prohibitiva en muchos casos, sumado a que vivía lejos de la ciudad, la opción obligada era la reutilización. Desde muy temprana edad aprendí destrezas y técnicas mayormente ligadas a la metalurgia, un oficio que viene de familia, pero la curiosidad por transformar el mundo material fue potenciada por un entorno muy particular, de bibliotecas, viejas herramientas y momentos de juego “libre”.

¿Cuál fue tu motivación principal para desarrollar caricaturas biomecánicas y otras obras interactivas?

Hace unos años comencé a compartir algunos de mis trabajos en las redes (“ladrondechatarra”). En sus inicios publiqué algunos modelos biomecánicos de confección artesanal, que servían para estudiar secuencias de movimientos en acciones motoras complejas y técnicas deportivas específicas. La riqueza y dinámica de la información que está en juego con un modelo biomecánico “físico” supera a la mayoría de los simuladores virtuales.

El estímulo sensorial, el abordaje tridimensional y la manipulación interactiva son superlativos en términos didácticos.

¿Qué influencias de tu infancia y formación han contribuido a tu enfoque creativo en la enseñanza?

Una curiosidad, a veces forzada por la resolución de pequeños problemas, pero alimentada más aún por lo lúdico e imaginativo. Mucho antes de concluir la educación primaria ya conocía la física básica de las máquinas simples, la aplicación de palancas, por ejemplo, era algo con lo que había “jugado” mucho antes del tiempo estipulado por la educación formal, con una variedad y calidad de experiencias que superaban ampliamente a las metodologías netamente expositivas y teóricas de las aulas convencionales. 

Un análisis retrospectivo de los escenarios de aprendizaje que más nutrieron mis conocimientos y saberes, evidencian un aspecto determinante: los elementos y situaciones, el contexto inmediato que promovió la curiosidad y felicidad de aprender, no fueron burocráticamente diseñados. Recuerdos nítidos, señal de un aprendizaje verdaderamente significativo, acuden a mi memoria todavía hoy, más de treinta años después y recordando lo maravilloso de esos escenarios y momentos de aprendizaje, no puedo dejar de renegar de las contradicciones de un sistema educativo que tiene más páginas de fundamentación epistemológica que material didáctico. 

Sobre la creatividad: sabemos que es un fenómeno multidimensional, la creatividad es “libertad” en las operaciones y combinaciones de elementos, destrezas y conocimientos previos e incluso una zona de romántica rareza, en la que surgen nuevos saberes y se terminan de “fijar” conceptos. Uno de los mayores problemas de la educación y la creatividad son las interferencias de elementos que enlentecen e incluso inhiben este fenómeno. Me gusta explicar la inhibición creativa de la siguiente forma: debemos prestar más atención a “cortar” y “pegar” contenidos, al llenado puntilloso de diversas formas (burocracia) que a las estrategias implementadas en las aulas, esta y otras situaciones similares distribuyen el tiempo y las energías hacia un polo formalizado y predeterminado que, como si fuera poco, está plasmado en una redacción casi indiferente al contexto. En resumen, si no permitimos que los docentes también desarrollen la creatividad, el aula jamás podrá ser un espacio creativo. En este escenario la vocación se atrofia y estamos como estamos. Creo también que la creatividad está sujeta al arsenal de técnicas y destrezas aprendidas y a escenarios “desordenados”.

Intentar llevar la creatividad a su máxima expresión en un contexto impoluto no es posible.

Estoy seguro de que la capacidad creativa está condicionada por un equilibrio entre necesidad y estabilidad, si las necesidades son demasiadas y sobre todo, de carácter elemental y urgente, se restringen las libertades creativas. De igual modo, si el entorno es en acceso confortable, ordenado y estable, la creatividad tiende a la atrofia. Mas simple: necesitamos problemas y necesidades que motiven, pero también herramientas y un espacio adecuado.

¿Cómo describirías tu taller y tu proceso de trabajo en la creación de estas obras?

Mi taller es un espacio desordenado y un claro ejemplo de cómo no debe ser un lugar de trabajo, puedo excusarme en que la variedad de iniciativas y la necesidad de improvisar sobre la marcha, sumado a unas dimensiones edilicias casi de confinamiento, contribuyen a la disposición caótica de los elementos. La mayoría de las herramientas son heredadas de una época dorada en donde se construía “para toda la vida” o bien de confección artesanal.

Trabajo con muchas ideas y proyectos simultáneamente, pues en la apariencia inconexa de la variedad de propuestas, siempre aparecen nodos que las interrelacionan y potencian.

Mientras estoy esbozando una escultura con carácter crítico/social/político, necesito idear una nueva herramienta que luego servirá para un proyecto, por ejemplo, inherente a la ortopedia.

Suena como un cambalache, pero algunas de esas dinámicas merecen mucha atención y son responsables de estrategias, que con éxito demostrable, pude implementar en las aulas. Una de mis premisas favoritas a la hora de ejecutar una obra es “con poco, hacer mucho”.

¿Qué dificultades has enfrentado al trabajar con materiales reciclados y cómo las has superado?

Recuperar materiales y reutilizarlos conlleva casi siempre un gasto de energía y recursos. Una forma de ahorro en el esfuerzo es intentar “aceptar” los defectos de esa materia prima y volverlos una ventaja, ya sea en apariencia y/o función, el aspecto e integridad de origen pueden encajar en algún elemento particular de una escultura o herramienta.

Contanos sobre la recepción de tus proyectos por parte de tus alumnos y la comunidad escolar. ¿Cómo han respondido a tus métodos de enseñanza?

Uno de los métodos de enseñanza que más suelo utilizar son las analogías o comparaciones entre fenómenos complejos y su transposición didáctica materializada y simplificada en maquetas funcionales, o directamente, por comparación de elementos corrientes. De esta manera estimulamos la lógica y estructura de esos contenidos abstractos para luego profundizar los aprendizajes. Algunos ejemplos: simulación de cambios de estado y el comportamiento de las partículas con juegos de “bloques” en los que el movimiento, organización, proximidad y simetría de esos objetos emulan el comportamiento de la materia con respecto a la temperatura, presión, etc. La confección de todo tipo de artilugios en los que podemos observar y medir las trasformaciones de la energía. O una simple visita a la plaza del barrio en la que jugamos con las palancas, planos inclinados, conservación del momento de inercia y mucho más.

¿Qué te inspira a seguir explorando nuevas formas de enseñanza y aprendizaje a través del arte lúdico?

Creo que me encuentro explorando “nuevos viejos” recursos didácticos. Pretendo una Educación no convencional, pero con revalorización de elementos convencionales: para la construcción de un razonamiento abstracto, un paso obligado y fundamental son las experiencias prácticas que, lamentablemente, pese a ser plenas de un acerbo histórico frondoso, hoy se encuentran empolvadas y subestimadas. Un ejemplo claro son los juegos y juguetes tradicionales en cuya manipulación se esbozan de manera vivencial, los rudimentos conceptuales de conocimientos muy complejos. También, me gustaría que las prácticas de habilidades plásticas se ejerciten con más sistematicidad y diversidad, propongo un “entrenamiento” a través del juego.

¿Cómo crees que la creatividad y el arte pueden mejorar la experiencia educativa de los estudiantes en comparación con métodos más tradicionales?

Lo que hay que cambiar de los métodos tradicionales es su dinámica meramente expositiva, también la secuenciación parcelada de los contenidos y la presunción de que un conocimiento fue adquirido porque la clase se dio en tal o cual fecha. Y estos errores no dependen de los instrumentos, se puede ser igual de conservador con una computadora que con un lápiz, o, por el contrario, innovar con uno u otro elemento. “El efecto sorpresa”, el juego, las emociones deben estar presentes todo el tiempo posible, “camuflando”, por supuesto, los saberes formales y objetivos específicos. Sin embargo, no puedo pasar por alto que la formación y cultura general de mi papá y mi mamá, que cursaron estudios secundarios con métodos tradicionales, resulta llamativamente alta, la bibliografía que aún conservan es abundante y de muy alto nivel académico y egresaron con herramientas concretas que les permitieron un desenvolvimiento pleno en sus emprendimientos, mientras que muchos de los egresados de hoy en día (secundario), formados por presuntos métodos constructivistas, tienen graves problemas de alfabetización y dominio escaso de las ciencias “duras”. Mi conclusión es que creatividad, innovación y estimulo lúdico no deben significar baja densidad de contenidos.

¿Qué impacto ha tenido en la comunidad educativa a través de tus proyectos solidarios, como la creación de la prótesis ortopédica?

Muchos de los proyectos que impulso alcanzan al alumnado por medios no formales (generalmente redes sociales), lamentablemente, si esperase los tiempos administrativos y requerimientos de forma que se solicitan desde la dirección y la supervisión, para atender un emergente, oportunidad o urgencia, no hubiese podido concluir ni la mitad de mis logros. El año pasado quise integrar el desarrollo del brazo ortopédico a las prácticas de taller, con sólidos fundamentos y coherencia con los contenidos del programa, además de los valiosos aportes adicionales que brinda una iniciativa de esas características. Las circunstancias demandaban una acción inmediata y no pude llevar el proyecto de construcción del brazo al aula, dado que, la redacción y aprobación del proyecto demandaban más tiempo que la confección del elemento ortopédico. Incluso para una simple visita al museo de arte contemporáneo donde expuse mis obras confrontaba el mismo destino burocrático.

Literalmente llegaron a decirme “sentate y escribí”. Lamentable.

Continúa en la edición de Mayo de Energía Patagonia