Fracasar para crecer: la energía de reinventarse

Hablar de fracaso no es fácil. A nadie le gusta reconocer que algo no salió como esperaba. Sin embargo, en el mundo de los negocios, y especialmente en la industria de la energía, aprender a convivir con los errores puede ser la diferencia entre quedarse atrás o avanzar hacia nuevas oportunidades.

En Neuquén, las pymes energéticas conviven a diario con este desafío. Son las que están en el medio de todo: entre la gran industria y los clientes finales, sosteniendo con esfuerzo procesos, servicios y equipos. En ese lugar intermedio, el margen de error parece pequeño, pero a la vez es allí donde más se aprende.

Cuando un proyecto no prospera o un cliente decide cambiar de proveedor, lo más fácil es quedarse en la frustración. Pero cada tropiezo puede transformarse en un diagnóstico: qué proceso necesita ajustes, qué capacitación hace falta, qué estrategia requiere ser repensada. El error, mirado con honestidad, se convierte en información. Y esa información vale oro en un sector que se mueve con tanta rapidez como el energético.

La innovación, tan nombrada en estos tiempos, no siempre nace de grandes ideas. Muchas veces surge de un detalle que no funcionó y nos obligó a replantear el rumbo. Ahí está la verdadera resiliencia de las pymes neuquinas: en no bajar los brazos, en aprender sobre la marcha y en mejorar continuamente.

Fracasar no significa ser menos. Significa que estamos probando, arriesgando, buscando crecer. Y en una región como la nuestra, donde la energía es motor de futuro, cada pyme que se anima a levantarse después de una caída está aportando a construir un ecosistema más sólido, más innovador y más preparado para los desafíos que vienen.

El fracaso no nos define. Lo que hacemos después, sí. Y si logramos verlo como parte del viaje, cada error se convierte en un punto de partida hacia algo mucho mejor.


Pablo González

PG Marketing y Comunicación
Columnista en Energía Patagonia